No es el propósito de este texto hacer énfasis en la obligatoriedad de cumplir con los requisitos de la materia, de cara a las instituciones con la respectiva competencia. Más bien, se busca reconocer los beneficios inmediatos que resultan de ejercitar correctamente la administración de los riesgos en nuestra operación. Y es que riesgos los hay en todas partes, algunos más evidentes o notorios que otros, físicos o psicológicos, pero indiscutiblemente, presentes en nuestros centros de trabajo.
¿Es posible mitigar todos los riesgos en nuestros centros de trabajo? Sin dudarlo, la respuesta es: sí. Hacerlo supone identificar el conjunto de actividades y medidas necesarias para evitar o disminuir los riesgos venidos de una condición insegura en el establecimiento. Para ello, se necesita la voluntad patronal pero el compromiso de todos en la empresa, sin distinguir edad, género o peldaño ocupado en la estructura jerárquica de esta, hasta el grado de sincerarnos y con total libertad hacer un auto análisis que arroje la sugerencia de charlas, talleres y en definitiva, programas complementarios de gran provecho.
Por ejemplo, en un país donde existe más cultura de violencia que literaria, es extremadamente conveniente contrarrestar lo complejo del fenómeno con programas y capacitaciones impartidas por profesionales, con experiencia en temas de interés, que motiven la participación de todos y sin entrar en una casuística infinita, que se expongan situaciones reales donde los trabajadores encuentren soluciones, una ruta, o al menos esperanza.
El patrono debe tener claro que cumplir y superar anualmente las metas y objetivos del negocio es una batalla colectiva donde todos participan desde su trinchera. Sin embargo, en el cotidiano hay miles de batallas librándose simultáneamente en ese mismo campo de guerra: la oficina. Cada miembro de la organización pelea contra sus propios problemas y no cabe duda de que estar en un lugar donde existe ese entendimiento y se materializa la empatía, volverá la carga más ligera.
De ahí que, conocer a nuestra gente, solidarizarnos con las situaciones de sus esferas personales, opinar cuando se nos requiere o callar para solo acompañar, nos vuelve patronos más genuinos y auténticos; de esos por los cuales los trabajadores sin vacilar aportan con agrado y honestidad la famosa milla extra. Suena conveniente enterarnos de esas realidades individuales, apoyar con información constante, accesible y oportuna, capacitaciones en diversos temas y en definitiva, generar cercanía con los trabajadores.
Desde esta óptica, humanizar el cumplimiento de lo exigido en la normativa de Salud y Seguridad Ocupacional se vuelve como dirían en sede judicial: útil y pertinente.
Escrito por: Lic. Ricardo Bolaños